Daniel Ricciardo, una de las figuras más carismáticas de la Fórmula 1, finalmente ha revelado los orígenes de su icónico apodo 'El Tejón de la Miel', un alter ego vital para su éxito en la pista.
Por qué es importante:
Ricciardo, conocido por su sonrisa perpetua, admitió que le resultó difícil desarrollar una mentalidad despiadada y de 'ganar a toda costa' al principio de su carrera. La personalidad de 'El Tejón de la Miel' le proporcionó el 'instinto asesino' que necesitaba, permitiéndole transformarse en un competidor feroz.
Los orígenes:
Inspirado por la notoria agresividad del tejón de la miel —famosamente, 'al tejón de la miel no le importa'—, Ricciardo lo adoptó como su alter ego de carreras. Explicó que si algo les quita lo suyo, ellos contraatacan. Aunque naturalmente es de trato fácil, aprendió a canalizar esta agresividad. Ponerse el casco activaba su 'chico malo' interior, transformándolo en el competidor implacable conocido por sus adelantamientos atrevidos y frenadas tardías.
El impacto:
Esta mentalidad de 'tejón de la miel' permitió a Ricciardo sobresalir en el arte de la carrera, abrazando el riesgo de los adelantamientos audaces. Creía que era 'mejor chocar que no intentarlo', una filosofía que hacía la carrera emocionante y le otorgaba una ventaja psicológica. Este enfoque le aseguró ocho victorias en Grandes Premios y 32 podios, consolidando su reputación como un piloto formidable, incluso frente a los dominantes Mercedes.
Qué sigue:
Con sus días de piloto en la F1 en gran parte detrás de él, tras ser reemplazado en Racing Bulls por Liam Lawson, Ricciardo ahora disfruta de la vida, centrándose en su negocio de ropa, Enchanté. A pesar de un reciente accidente menor en motocicleta, el espíritu de 'El Tejón de la Miel' sigue guiando sus esfuerzos fuera de la pista.