¿Por qué el trofeo del campeonato de F1 no se entrega en la carrera?

Por qué importa:

La ausencia del trofeo en el momento culminante de la carrera le roba al deporte una imagen icónica y memorable. Mientras que en otros deportes el trofeo —como la Copa Mundial o la Stanley Cup— se convierte en símbolo inmediato de la victoria, en la F1 el premio más prestigioso se entrega después, en un acto formal lejos del sudor, el champán y los gritos de los aficionados.

Los detalles:

• El trofeo entregado en Abu Dabi fue una réplica. La pieza original, de plata, oro y esmalte, diseñada por Richard Fox en 1995, se quedó en Londres para grabar el nombre del ganador.
• La FIA, como organismo rector, insiste en que el trofeo sea la estrella de su gala anual, donde se honran campeones de todas sus categorías mundiales.
• División de poder: Esta práctica revela la extraña separación entre Fórmula 1 (la entidad comercial de Liberty Media) y la FIA (la autoridad reguladora). La dirección de F1 ha presionado para entregar el trofeo en la parrilla, pero la decisión final es de la FIA.
• La excusa oficial: La FIA alega dos motivos: preservar la gala anual y una regla que permite protestas contra el resultado hasta cuatro días antes del evento, asegurando que el trofeo se dé solo cuando todo esté definitivamente cerrado.

Entre líneas:

La lógica de la FIA tiene fisuras. Si bien es válido querer que los campeones inspiren a jóvenes pilotos en la gala, choca con la práctica habitual en F1: los trofeos de carrera se entregan al instante en el podio, aunque después puedan cambiar. ¡Hasta el podio de Norris en Las Vegas fue reasignado horas después! Tratar el título de campeón con más cautela que un trofeo de una sola carrera suena contradictorio.

Qué sigue:

Mientras la F1 moderniza su imagen y busca conectar con los fans, esta tradición incómoda resalta más. Hay una oportunidad clara: F1 y FIA podrían acordar que el campeón lleve el trofeo de la carrera a la gala. Así se celebra en el momento justo sin restar solemnidad al evento. De lo contrario, la imagen del éxito en F1 seguirá siendo un piloto en esmoquin en una sala de conferencias, no sobre los hombros de su equipo con el mono manchado de aceite.